El 40% de la población en América Latina y el Caribe la conforman mujeres, sin embargo, sólo el 22% de las pequeñas y medianas empresas (pymes) de la región -en su mayoría, microempresas- son propiedad de mujeres. Lo mismo pasa dentro de las empresas, es un número limitado de mujeres asumiendo puestos de gerencias. Según el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), si las mujeres desempeñaran el mismo rol en el mercado laboral que los varones (misma tasa de participación, horas de trabajo y cargos ocupados), el PIB global se incrementaría en 28 billones de dólares para el 2025. Un estudio de FAO estima que si las mujeres tuvieran acceso a los mismos recursos que los varones en el sector agrícola (semillas, fertilizantes y fungicidas), podrian aumentar su rendimiento entre un 20% y un 30%.
Dado que las mujeres representan el 43% del total de los agricultores en desarrollo, esto conllevaría a un incremento de la producción agrícola de los países en desarrollo en un 2.5% y se podría reducir el hambre global entre un 12% y un 17%.
En otras palabras, el empoderamiento de la mujer también está altamente correlacionado con la seguridad alimentaria que afecta aproximadamente a 800 millones de personas actualmente. Desde este punto de vista, las mujeres fueron levantando una lucha constante por buscar una mayor equidad dentro de la sociedad, y lograr cumplir sus anhelos imposibles, como lo haría la programadora Ada Byron que Desarrolló un programa para realizar cualquier tipo de cálculo, o Margaret Hamilton quien fue considerada la primera ingeniera de software, y estos no son los únicos casos exitosos. En la actualidad, el rol de la mujer se ha ido desarrollando, es decir, no solamente es una figura que cocina y plancha, están en la economía y en la política. Aún existe Un índice elevado del desempleo en las mujeres, y limitaciones para salir adelante. Dentro del marco de los negocios y emprendimientos, es un camino solitario que persiguen las mujeres, a pesar de las ingeniosas ideas, surge una desconfianza sobre la capacidad de manejo. En nuestro país, poner en marcha un negocio es complejo, entonces, es el doble de complejo para una mujer por las limitaciones que existen dentro de la sociedad, donde uno prefiere contratar a un hombre que a una mujer, por otra parte, se reconocen las iniciativas privadas que reúnen a emprendedoras o empresarias para fortalecerlas, pero aun así, por más iniciativas que existan, sino existen políticas que permitan el fomento al emprendimiento femenino, no se generará un cambio considerable.
Por tanto, aún se sigue en trayectoria para posicionar a la mujer y la igualdad, pero tampoco esto depende plenamente del hombre sino de ellas mismas, saber cuál es el lugar que ocupamos y respetar el mismo. Las emprendedoras bolivianas han ido venciendo las barreras por alcanzar sus sueños y objetivos a pesar del contexto actual tenemos emprendimientos con base tecnológica e innovación liderados por mujeres que luchan constantemente por subsistir. Y el 8 de marzo se recuerda el Día Internacional de la Mujer, son muy memorables los alcances y éxitos que se han tenido pero aún se tiene mucho que avanzar; estamos en camino. De esta manera, decir que la valentía de la mujer en estos tiempos es admirable, más aun, la de una mujer emprendedora.